La conjuntivitis es una afección ocular que se da todo el año, pero el verano es una época en la que esta infección prolifera, en especial debido al cloro de las piletas (puede provocar conjuntivitis irritativa), la arena de las playas (suele contener bacterias y parásitos, lo mismo que los estanques, lagos o ríos); y la sobre exposición al sol.
La conjuntivitis es una infección de origen viral o bacteriano en su mayoría, muy fácil de contagiar por la cantidad de secreciones producidas debido al contacto de los ojos con las manos contaminadas.
¿Cuáles son los síntomas de la conjuntivitis bacterial? Tener el ojo rojo, mayor lagrimeo, lagañas, picazón, sensación de cuerpo extraño, fotofobia o incluso lesiones en la córnea.
¿Cómo prevenir una conjuntivitis en verano?
La higiene de manos es fundamental: los profesionales recomiendan lavarlas un mínimo de 3 veces por día y, sobre todo, no tocarse (ni frotar) los ojos cuando estén sucias. También mantener las toallas, sábanas o fundas de almohadas limpias, y tratar de no compartirlas.
Usar antiparras que protejan los ojos del contacto con el agua, y ducharse luego de pasar el día en piletas, arroyos, ríos, etc. Importante: usar anteojos de sol con filtro UV para evitar exponer los ojos mucho tiempo a la luz solar, y sobre todo no usar anteojos truchos comprados en la vía pública.
Si usas lentes de contacto no las uses en el agua, ya que, aunque el ojo tiene un buen método de defensa para protegernos de las bacterias y los parásitos, los lentes de contacto modifican la superficie ocular, lo que hace que no estén tan bien resguardados de ellos.
¿Cómo tratar la conjuntivitis?
Debido a los distintos tipos de conjuntivitis que hay, es importante que siempre se controlen con un oftalmólogo para ver cuál es el tratamiento adecuado.
Para aliviar los síntomas, se aconseja poner compresas de agua fría sobre los ojos, o limpiarlos con gasas empapadas en sueros fisiológicos, una distinta para cada uno.