Según la norma impulsada por el legislador porteño Jorge Garayalde, sólo se podrán vender anteojos en las casas de óptica debidamente habilitadas.
El negocio de los lentes toma cada día más importancia en nuestro territorio debido a que los mismos no solo están adulterados y su falsificación usurpa una marca, sino también que daña la salud de quien los utiliza. Es
por eso que también se prohíben el suministro de aparatos o diferentes materiales que no estén en buen estado de conservación o posean algún defecto.
«Las casas de óptica poseen la tecnología necesaria para
el cumplimiento de su labor y se encuentran regenteadas por un óptico, cuya actividad no se limita a un aspecto comercial, sino por el contrario, abarca una faz netamente profesional», asegura Garayalde respecto al tema, además agrega: «es de suma importancia que el trabajo sea ejercido por el idóneo responsable, en salvaguardada de la Salud Visual de la
población».
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